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martes, 31 de enero de 2023

Azudes

   ... y conviene buscar comodo pa que tenga cayda la agua porque no tuviendo cayda no se puede hazer nada... , dice el anónimo autor de un manuscrito de comienzos del siglo XVII: Los Veinte y un Libros de los Yngenios y Maquinas de Iuanelo.

  Como hemos visto en anteriores entradas (La gestión del agua), los molinos  de río funcionan gracias al choque de un chorro de agua contra la rueda hidráulica; y la fuerza del chorro depende de un desnivel, que, a su vez, se consigue interponiendo un obstáculo en la corriente: el azud.


  Cuando el río es poco caudaloso y la topografía lo permite, el azud puede ser la propia pared posterior del molino; como en este Molino de Sindo, en La Molina (Puente Viesgo). 


  La pared posterior del Molino de Sindo y dos muros laterales forman un gran vaso o antepara de profundidad suficiente para que los chorros de agua de los saetillos (dos, en este caso) muevan los rodetes y, por consiguiente, ambas ruedas volanderas. El nivel máximo de agua en el cubo es el del río, en la entrada; a partir de ahí, el agua sobrante se derrama por un costado del molino; o bien, se cierra la entrada con una compuerta, si se pretende mantener vacía la antepara (como está ahora).


  Se trata de una solución que por su sencillez puede funcionar muy bien, pero que resulta arriesgada si el río tiene crecidas importantes. En este molino de Cigüenza (Alfoz de Lloredo) podemos ver una de las paredes laterales (en la que se situaba la puerta), y restos de la presa, que, al derrumbarse, causó la ruina del edificio.

  Se comprende que es mucho más habitual que el azud esté separado del molino, a una distancia mayor o menor, dependiendo de la pendiente del terreno. Si la pendiente del terreno es pequeña, hace falta un recorrido mayor de la calcera para conseguir el desnivel necesario en el molino; aunque es verdad que se podria sacar destos tales rios agua por cequia que llevandola tanto camino que se le allaria cayda mas seria mucho gasto y muy descomodo aver de yr muchas distancia de tiempo para aver de moler y a mas desto quando una cequia es muy larga siempre ay que estar adobando por donde se offrescen grandes gastos y muchos estorvos, como dice el anónimo autor de "Los Veinte y un Libros de los Yngenios..."


  Azudes y molinos en el tramo final del Saja-Besaya, a la altura de Barreda e Hinojedo a comienzos del siglo XVIII. Los azudes servían también para retener a los salmones para su pesca, que tenía gran importancia económica en tiempos preindustriales.

  Muy probablemente la mayor parte de los azudes eran construcciones precarias que se reparaban o reedificaban frecuentemente, amontonando piedras del propio álveo del río; o, en fondos fangosos, clavando estacas y trenzando sobre ellas mimbres o varas de avellano.


  Esta es una barrera para proteger las orillas de la ría de Requejada; pero puede darnos una idea de la disposición de estacas y zarzos en los azudes.


  La utilización de maderas en la cimentación de azudes y otras edificaciones puede que haya sido más frecuente de lo que en general se supone. En esta fotografía vemos la hilera de estacas (cubiertas por el agua salvo en mareas muy bajas) en que se fundamenta un dique de mampostería en la Ría de La Rabia (Valdáliga).


  Cuando la obra era importante se prefería, si era posible, construir sobre roca. Como, por ejemplo, en esta presa de Regolgo (Liérganes).


  En muchos casos se aprovechaban al máximo las posibilidades del terreno; como en este azud de Yera (Vega de Pas) construído al borde de una cascada. El agua se deriva hacia el molino por el calce (a la izquierda de la foto).


 Muchos azudes son construcciones humildes en que lo más notable es el ingenio de sus constructores; pero también hay obras de envergadura; como esta presa de grandes sillares del Molino de la Herrería, en Cigüenza (Valdáliga).


  A veces son una nota muy distintiva en el paisaje. Por ejemplo, este azud de La Cueva (Roiz,Valdáliga).


  Y esta es otra de las influencias de los azudes en el paisaje: masas de agua quieta, como esta, causada el azud que vimos en la foto anterior.

martes, 10 de enero de 2023

Puntualizando, 2

 -¡Manuel!  

  -Mande, tio Tonio.

  -Estás moliendo demasiado fino.

  -¿Pues no es mejor cuanto más fino?

  -No, hombre, no. Si mueles tan fino, mueles también el salvado, y ya no habrá manera de separarlo por mucho que lo ciernas.

  -Pues así molí ayer la máiz de la tia Juliana. Así que vendrá luego con la queja.

  -Puede que sí o puede que no, que la máiz de la tía Juliana es para la torta, y ahí casi que no se aprecia, y hasta le cunde más. Pero el trigo de la panadera es distinto, que quiere la harina bien blanca y bien cernida.

  -Pues ahora mismo le doy al alivio.

    -Déjalo, hombre, que ya lo hice yo. ¿O te crees que me iba a quedar mirando? Te lo digo por la próxima vez, a ver si lo vas aprendiendo. Y arrima otro saco, que debe estar ya la tolva casi vacía.

  -En eso estaba, tío Tonio.

  Manuel, el molinero, con el saco al hombro, piensa en el cernido, y en el salvado que irá a parar al dornajo del chon de la panadera, que así está él de gordo y lucido. "Espalda de molinero y cerdo de panadera no se encuentran dondequiera", piensa.


   Pues sí, hay que puntualizar que si se muele muy fino la harina que se obtiene es integral, con todo el salvado y con el germen; y aunque ahora sabemos que es mejor (nutricionalmente hablando), no siempre se ha considerado así, y aún hoy se sigue prefiriendo en muchos casos la harina de flor, mejor cuanto más blanca. Y para lograrla, el molinero tenía que ajustar cuidadosamente la distancia entre las muelas: ni demasiada, ni demasiado poca. Y esto lo hacía, como ya vimos en "mover las piedras", con el alivio, con el que se sube o se baja el puente, en el que se apoya el árbol o eje de la piedra volandera.


En el Molinuco de Abajo, de Cucayo (Vega de Liébana) puede verse desde la sala de molienda todo el mecanismo del alivio. La tuerca (a la que se han soldado dos patillas), la varilla roscada, y el enganche al puente, que es el madero que se ve abajo, al fondo.


  El puente de madera sobre el que se apoya el eje de la rueda hidráulica se engancha (en este caso mediante una cadena) a la varilla roscada del alivio.

 En la misma entrada "Para mover las piedras" dijimos que en los molinos más modernos el espacio entre el eje de la muela volandera y el ojo de la bajera se cierra mediante un cojinete de bolas:


  Rueda solera con cojinete, procedente del molino (ya desaparecido) de Bárago (Vega de Liébana).

  Igualmente, en los molinos modernos, la nadrija podía no tener forma de aspa, sino otra que recuerda vagamente a una herradura:


  Rueda volandera con nadrija "moderna". Procedente del antiguo molino de Bárago (Vega de Liébana).


  A través del ojo de la piedra volandera vemos el aspa y la espada (muy corta, en este caso) que se hinca en el árbol o eje, que como vemos, ocupa prácticamente todo el ojo de la piedra solera (Molinuco de Abajo, Cucayo, Vega de Liébana).

  Seguimos puntualizando: en la entrada dedicada a  "la sala de molienda" nos centramos en el caso típico; que es, con mucho, el más frecuente, pero que puede tener excepciones como las que siguen:


  En lugar de apoyarse en el burro, la tolva está atravesada por un madero cuyos extremos se sujetan en dos postes, a ambos lados de las muelas. La foto es de la sala de molienda del Molinuco de Arriba (Cucayo, Vega de Liébana), y el Molinuco de Abajo emplea el mismo sistema.


  En ese mismo molino, la inclinación de la canaleta también se logra de modo distinto al habitual: mediante un listón que se fija a ella y a la tolva. La regulación se hace con ayuda de perforaciones en el listón:


  En cuanto a la cítola (o tarabilla, que también así se llama), es posible que no la hubiera, porque, al ser el conjunto relativamente endeble,  la vibración causada por el giro de la muela podría ser suficiente para que el grano avanzase por la canaleta.


  Tampoco había llave. El paso del agua se controlaba mediante una compuerta situada aguas arriba del molino


  Se hacía así porque en ambos molinucos de Cucayo se empleaba el primitivo sistema de hacer circular el agua por una canal inclinada para que cogiera velocidad antes de encontrarse con la rueda hidráulica (un rodete actualmente, pero tal vez antes fuera un sistema de rueda vertical y linterna (Véase una explicación más detallada en  "La gestión del agua").

  Detalles así dicen mucho de la capacidad de adaptación de los molinucos a nuevas técnicas y nuevos materiales, en la medida en que les ha sido necesario, sin que por ello hayan sufrido grandes cambios en su aspecto general. Al menos, eso parece deducirse de la diversidad que encontramos en los pocos que se conservan, verdaderos muestrarios de artesanía y saber popular.