-¡Manuel!
-Mande, tio Tonio.
-Estás moliendo demasiado fino.
-¿Pues no es mejor cuanto más fino?
-No, hombre, no. Si mueles tan fino, mueles también el salvado, y ya no habrá manera de separarlo por mucho que lo ciernas.
-Pues así molí ayer la máiz de la tia Juliana. Así que vendrá luego con la queja.
-Puede que sí o puede que no, que la máiz de la tía Juliana es para la torta, y ahí casi que no se aprecia, y hasta le cunde más. Pero el trigo de la panadera es distinto, que quiere la harina bien blanca y bien cernida.
-Pues ahora mismo le doy al alivio.
-Déjalo, hombre, que ya lo hice yo. ¿O te crees que me iba a quedar mirando? Te lo digo por la próxima vez, a ver si lo vas aprendiendo. Y arrima otro saco, que debe estar ya la tolva casi vacía.
-En eso estaba, tío Tonio.
Manuel, el molinero, con el saco al hombro, piensa en el cernido, y en el salvado que irá a parar al dornajo del chon de la panadera, que así está él de gordo y lucido. "Espalda de molinero y cerdo de panadera no se encuentran dondequiera", piensa.
Pues sí, hay que puntualizar que si se muele muy fino la harina que se obtiene es integral, con todo el salvado y con el germen; y aunque ahora sabemos que es mejor (nutricionalmente hablando), no siempre se ha considerado así, y aún hoy se sigue prefiriendo en muchos casos la harina
de flor, mejor cuanto más blanca. Y para lograrla, el molinero tenía que ajustar cuidadosamente la distancia entre las muelas: ni demasiada, ni demasiado poca. Y esto lo hacía, como ya vimos en
"mover las piedras", con el
alivio, con el que se sube o se baja el
puente, en el que se apoya el
árbol o eje de la piedra volandera.

En el Molinuco de Abajo, de Cucayo (Vega de Liébana) puede verse desde la sala de molienda todo el mecanismo del alivio. La tuerca (a la que se han soldado dos patillas), la varilla roscada, y el enganche al puente, que es el madero que se ve abajo, al fondo.
El puente de madera sobre el que se apoya el eje de la rueda hidráulica se engancha (en este caso mediante una cadena) a la varilla roscada del alivio.
En la misma
entrada "Para mover las piedras" dijimos que en los molinos más modernos el espacio entre el eje de la muela volandera y el ojo de la bajera se cierra mediante un cojinete de bolas:
Rueda solera con cojinete, procedente del molino (ya desaparecido) de Bárago (Vega de Liébana).
Igualmente, en los molinos modernos, la nadrija podía no tener forma de aspa, sino otra que recuerda vagamente a una herradura:
Rueda volandera con nadrija "moderna". Procedente del antiguo molino de Bárago (Vega de Liébana).
A través del ojo de la piedra volandera vemos el aspa y la espada (muy corta, en este caso) que se hinca en el árbol o eje, que como vemos, ocupa prácticamente todo el ojo de la piedra solera (Molinuco de Abajo, Cucayo, Vega de Liébana).
Seguimos puntualizando: en la entrada dedicada a
"la sala de molienda" nos centramos en el caso típico; que es, con mucho, el más frecuente, pero que puede tener excepciones como las que siguen:
En lugar de apoyarse en el burro, la tolva está atravesada por un madero cuyos extremos se sujetan en dos postes, a ambos lados de las muelas. La foto es de la sala de molienda del Molinuco de Arriba (Cucayo, Vega de Liébana), y el Molinuco de Abajo emplea el mismo sistema.
En ese mismo molino, la inclinación de la canaleta también se logra de modo distinto al habitual: mediante un listón que se fija a ella y a la tolva. La regulación se hace con ayuda de perforaciones en el listón:
En cuanto a la cítola (o tarabilla, que también así se llama), es posible que no la hubiera, porque, al ser el conjunto relativamente endeble, la vibración causada por el giro de la muela podría ser suficiente para que el grano avanzase por la canaleta.
Tampoco había llave. El paso del agua se controlaba mediante una compuerta situada aguas arriba del molino
Se hacía así porque en ambos
molinucos de Cucayo se empleaba el primitivo sistema de hacer circular el agua por
una canal inclinada para que cogiera velocidad antes de encontrarse con la rueda hidráulica (un rodete actualmente, pero tal vez antes fuera un sistema de rueda vertical y
linterna (Véase una explicación más detallada en
"La gestión del agua").
Detalles así dicen mucho de la capacidad de adaptación de los
molinucos a nuevas técnicas y nuevos materiales, en la medida en que les ha sido necesario, sin que por ello hayan sufrido grandes cambios en su aspecto general. Al menos, eso parece deducirse de la diversidad que encontramos en los pocos que se conservan, verdaderos muestrarios de artesanía y saber popular.