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domingo, 20 de julio de 2025

Puntualizando, 9 Las mozas del molino.

 Tiene la molinera

zarcillos de oro

que el agua del molino

lo paga todo.

 A veces la mente popular imagina que el molino puede ser un lugar de promiscuidad, cuando no de franca inmoralidad; y eso se refleja en coplas como la que recogemos arriba, que tal vez sugiere más de lo que dice, y, en cualquier caso tiene un indudable tono rencoroso. También en romances y obras de más fuste, como, por ejemplo, en el romance del corregidor y la molinera, que puedes escuchar cantado por Joaquín Díaz en https://www.google.com/search?sca_esv=2eaa911ee7c3b9ce&udm=7&q=joaquin+diaz+molinera&sa=X&ved=2ahUKEwjPkqvyzMiOAxWvKvsDHZJYN_EQ8ccDKAJ6BAgPEAQ&biw=1777&bih=791&dpr=0.9#fpstate=ive&vld=cid:87bcaaff,vid:ZfsUK9HDI30,st:0

 Claro que no siempre resulta culpable la molinera; sobre todo si en el asunto se encuentra a alguien más merecedor de rencores, Así ocurre con el corregidor en la novela "El sombrero de tres picos", de Pedro Antonio de Alarcón, que puedes leer en https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-sombrero-de-tres-picos--0/html/fedb2798-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html


  Como en tantos otros casos, la generalización resulta injusta. Es difícil imaginar un ambiente de promiscuidad sexual en los grandes molinos de varias ruedas, en que molineros asalariados trabajaban a turnos. Y más difícil aún en los pequeños molinucos sin molinero profesional, en que varios vecinos se repartían las horas de molienda. Pero algo de ello era posible cuando la molienda estaba a cargo de un molinero y su familia; y a ello nos vamos a referir a continuación. Veamos:


  Un molino en marcha es un lugar entrañable para los sentidos. El olor de la harina, el calorcillo que se desprende le la rueda, el rumor del agua bajo el suelo, el sonido rítmico de la cítola, la necesaria luz para las labores de la molienda...


  Puede faltar el agua, o ser tanta que inunde el molino o los caminos que llevan a él; pero cuando el caudal es adecuado, hay que aprovecharlo al máximo, y si hay grano para moler se trabaja de día y de noche. El que ha traído grano para moler, tal vez desde lejos, espera su turno en el molino, a veces durante horas. El molinero (o la molinera) atiende a la molienda, pero siempre hay ratos para la charla mientras el agua hace el resto del trabajo... Se hace de noche, ya no se puede trabajar en el campo... El molino puede ser tan atractivo como la taberna. O más. Y, quién sabe si la molinera...

Vengo de moler, morena

de los molinos de arriba;

dormí con la molinera,

no me cobró la maquila.

  Esto dice el artículo 35 de las Ordenanzas del Lugar de Rasines, de 1701 (pueden leerse completas en https://centrodeestudiosmontaneses.com/wp-content/uploads/DOC_CEM/HEMEROTECA/ETNOGRAFIA/etnografia-y-folklore-2_1970.pdf La concreción de los detalles (la molinera que abre la puerta, el mozo que la derriba...), ¿se correspondería con sucesos tal vez ocurridos en el pueblo? En cualquier caso, se comprende que la posibilidad de que en un molino se pudiera practicar la  prostitución no era ninguna quimera. Tal  vez el molinero o la molinera, o ambos, haciendo la vista gorda y chuleando a unas mozas...

  Y así llegamos a "las mozas del molino".


  Encontramos a "las mozas del molino" en un curioso proceso penal que transcurrió en noviembre y diciembre de 1785. El documento, de quince folios por ambas caras, se conserva en el Archivo Municipal de Santillana del Mar, y recientemente hemos podido acceder a él.


 En resumen, tres mozos del pueblo de Ubiarco, en la noche del once de noviembre toman del prado comunal dos caballos que estaban pastando para "con ellos irse en ronda de mozas del molino de Sarraneda".


  Este es aspecto actual del molino de Sarraneda, o Serranera, en Oreña. No es fácil saberlo, pero probablemente no sería muy diferente en 1785. Por entonces era ya un molino con varios siglos de antigüedad. Hemos hablado de él en https://molinosdecantabria.blogspot.com/2023/12/los-molinos-de-orena.html

  Uno de los caballos tomados "en préstamo", que pertenecía al cura del lugar y Comisario del Santo Oficio, sufrió una caída de la que resultaron daños en una pata, y su dueño interpuso la demanda penal. Los acusados reconocieron  haber ido a rondar a las mozas del molino, pero negaron haber tomado caballo alguno. Sin embargo, después de las declaraciones de testigos, y de haber ingresado en la cárcel el nueve de diciembre, el proceso terminó el veintiocho del mismo mes, cuando los acusados (o, más bien, sus parientes) accedieron a pagar los daños ocasionados y las costas del juicio, con lo que el Inquisidor y dueño del caballo se dio por satisfecho.


  Nos interesan especialmente las declaraciones testificales de las "mozas del molino". Eran tres; una casada, de veintiséis años, y dos solteras, de veintidós y diecisiete años "poco más o menos". Ninguna de las tres sabía firmar, y declararon que hablaron con los mozos en el molino durante una hora y media o dos horas, hacia la medianoche. Y que no saben nada de caballo alguno.
  Curiosamente, si sólo tuviéramos este documento de la época, parecería que se aceptaba con naturalidad que se "rondara" a las "mozas del molino" bajo techo y durante horas de la noche. De hecho, en todo el documento no hay más reproches en ese sentido que los del cura y Comisario de la Inquisición dueño del caballo, a los mozos y a "sus padres por haver dado causa con la libertad franqueada a sus hixos por dejarles tolerarles y permitirles salir a desoras de casa y ocupar la noche en tan reprobado destino vien ageno de la cristiana educazn sujecion y crianza desu paternal obligazn"

  Y otra cosa más: por entonces debía haber aún en Ubiarco dos molinos. O bien en ellos no había mozas, o estas no eran tan del agrado como las de la vecina Oreña...

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