"Conosçida cosa sea a todos quantos esta carta vieren como yo Martin Royz, fijo de Roy Martinez de Mesiegos, otorgo e conozco que vendi a vos Martin Royz de Torriente, mio suegro las dos terçias de toda quanta parte yo avia en los molinos de Santa Coloma Doreño, assi la parte que yo gane en ellos por el fechisco que yo fiz, como la parte que yo compre a Roy Gutierrez de Bo, esto vos vendi por dozientos e ocho maravedis de la moneda de la primera guerra, de que me otorgo por bien pagado asi que ninguna cosa non finco por pagar (...) Fecha desta vençion domingo veynte e nueve dias de abril, era de mill e trezientos e treynta e cuatro años (...)
La que fue Iglesia de Santa Coloma de Oreña es hoy la Ermita de San Bartolomé, en el barrio de Caborredondo.
En la fotografía aérea de la izquierda (de hacia 1957) se han señalado la ermita (al norte) y el molino (al sur); la distancia entre ambos es de unos escasos quinientos metros. La fotografía de la derecha es de 2023, y en ella vemos que el molino ha desaparecido.

Arriba a la izquierda, los edificios del molino, junto al arroyo de la Cueva del Valle. En algún momento entre 1957 y 1986 desaparecen casi todos, como puede verse a la derecha. La fotografía de abajo corresponde a la situación actual; aparecen nuevas edificaciones en torno a la que quedaba, pero no donde estuvo el molino.
Aquí, entre estos árboles, estuvo durante siglos el molino de Santa Coloma de Oreña.
Además del recuerdo, del molino quedan unos pocos restos. El retazo de muro es el del costado izquierdo del cárcavo. A la altura de su coronación estuvo la sala de molienda, y esa misma altura fue la de la primitiva presa. Escasa reliquia de una pieza no despreciable de nuestra arqueología industrial, destruida casi por completo hace no muchos años.
La Virgen de la Guía. La ermita, la casa del molinero, el molino; y, muy cerca, el puente viejo. Todo el conjunto es de origen medieval, y está situado en el arroyo de Rojería, entre los barrios de Viallán y Bárcena.
No existe ya la pequeña presa que desviaba el agua hacia la antepara. En esta podemos ver unos tajamares, que no suelen verse en los molinos más modernos.
El edificio del molino, con cárcavo adintelado, junto a la casa del molinero. Los saetillos y los rodeznos, de acero, están deteriorados.
La sala de molienda era amplia y luminosa, con dos muelas y los correspondientes aparejos. Y, escritas a lápiz sobre la cal de las paredes, las cuentas del molinero...
Y, siguiendo el arroyo aguas abajo, casi al borde del mar...
"registraban sus ojos el brusco desgarrón del suelo, donde más al Oeste parece enterrado el molino de Serranera, cuyas rudas muelas alzaban su monótono son en el mustio silencio del día"
Así lo vio Amós de Escalante en su novela "Ave Maris Stella", ambientada en la Cantabria del siglo XVII. Pero el molino es mucho más antiguo; desde luego anterior al 25 de marzo de 1501, en que Fernando Diaz de la Portilla y su mujer María Gutierrez, de una parte, y el Cabildo de Santillana, de otra, se avinieron a la solución del pleito que habían mantenido sobre la propiedad de los molinos de Serranera, mediante el pago de una renta
"perpetuamente, para siempre jamas, veynte çelemies de todo pan, mitad escanda e trigo e mitad borona, pagados el dia de Sant Martin de Novienbre de cada un año, e en caso que los dichos herederos y suçesores universales de los dichos Fernando Diaz y su muger, al dicho termino y en la forma de suso non lo quisieren pagar los dichos veynte çelemines de pan en cada un año, que sean obligados a dexar libres e desenbargados a los dichos señores Prior y cabildo las dichas azeñas, molinos e molineras con sus presas, aguas estantes e corrientes como dicho es, moliendo e corriendo en el punto y estado en que estan oy al tiempo del pronunçiamiento de esta nuestra sentençia, que es en una casa muelen dos ruedas e en otra casa muele una"
Pero claro, desde 1501 muchas cosas han cambiado; y ya no hay dos "casas de molino", sino una sola. Aquí la vemos, y también el grueso muro de la presa, parcialmente desmantelado.
El edificio del molino, con dos estrechos cárcavos adintelados. Los saetillos y los rodeznos, de acero, están deteriorados. Y el agua, que ya no atraviesa el molino, sale ahora por el aliviadero de la presa.
Y la sala de molienda, usada como trastero, pero muy bien conservada hasta en sus menores detalles
... y todavía nos queda el breve, pero hermoso y casi impracticable recorrido hasta el mar...
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