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martes, 8 de agosto de 2023

Puntualizando, 3


   Cuando éramos pequeños oímos contar un trágico suceso que deseamos con todas nuestras fuerzas que no sea cierto: un molinero (no sabemos quién, ni dónde) había envenenado a todo un pueblo porque, inadvertidamente, había molido plomo, que se había mezclado con la harina. Nos hemos acordado al ver esta piedra volandera que, en Ancillo (Argoños) recuerda la actividad de los molinos de mar. Más en concreto, al fijarnos en la pequeña grieta que puede verse en su parte izquierda.


  Aquí lo vemos mejor: un corto tubo de hierro se ha fijado a la piedra (astillada) con un metal fundido (que deseamos que no sea plomo, aunque lo parece).
 En la entrada 4 (Mover las piedras) vimos cómo con el sencillo mecanismo de la cabria puede levantarse la piedra volandera, sujetándola por unos agujeros diametralmente opuestos en su borde. Y, claro, si la piedra se rompe o se astilla alrededor del agujero, ya no se la puede mover con ayuda de la cabria, y volverla para el picado se vuelve una operación tan complicada que más vale desechar la piedra. Y pueden entrar tentaciones de repararla...


  ¿Se siguió utilizando la piedra? ¿Llegó a molerse algo del metal? ¿Es plomo?

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