Indice temático

lunes, 31 de octubre de 2022

Las piedras de moler.

 "Boca sin dientes, molino sin piedras".

  Manuel, el molinero, sonreía complacido. Allí estaba el nuevo par de muelas, la solera ya colocada y en espera de que empezara a picarla. Seguramente le llevaría algunos días, le habían advertido de que eran duras de picar. Pero claro, duraban mucho más y solo se picaban de tarde en tarde. En fin, ya se vería. Antes había que sacar  las ruedas viejas a donde no estorbaran. A la vera, seguramente, se quedarían, como si fueran la muestra del negocio. Como si fueran ramas de laurel a la puerta de una taberna.

  Por cierto que la volandera, de puro delgada, se había roto al moverla. En fin, en la otra parada seguiría teniendo las piedras de marca menor, y las iba a seguir usando, claro. Por lo menos, cada vez que picara las nuevas y a lo mejor también para la cebada y lo menos fino.


  Rueda de molino rota, reutilizada como mesa (Sopeña, Cabuérniga). Pequeña y de mala calidad, puede ser representativa de las que en los documentos llaman "de marca menor".


  A mediados del siglo XVIII, en Tresabuela (Polaciones) había "Seis Molinos arineros depoca agua y corta rrueda los quesolo muelen seis meses desde san Martin hasta prinzipios de Mayo", que rendían dos maquilos al día cada uno: algo así como un litro de grano, porque solo molían media fanega (como 27 ó 28 kilos).

  De la lectura del Catastro del Marqués de la Ensenada se desprende que lo dicho para Tresabuela no tenía nada de excepcional: había muchos molinos "de una sola rueda" (o, por mejor decir, de una sola parada o par de ruedas) de marca menor, que molían pocos meses por falta de agua; y no faltaban los arruinados o amenazados de ruina. En pocas palabras, parece que en esa época la función de los pequeños molinos estaba empezando a ser llevada a cabo más eficazmente por molinos más tecnificados, en que la mayor inversión inicial se veía compensada por una mayor eficiencia. Una parte de esa mejora pudo ser el uso de piedras de mejor calidad. Entre otras cosas que se verán en la siguiente entrada del blog.


  Esta muela de arenisca del antiguo Molino de Yeso (Villanueva de la Peña) se ha degradado por la intemperie. Ruedas como esta soltaban granos de arena que se mezclaban con el material molido, rebajando su calidad, especialmente si se trataba de harina para consumo humano. Además, se desgastaban rápidamente y debían ser picadas con frecuencia.

  También hay noticia de ruedas de caliza, cuyo desgaste también sería rápido (aunque seguramente no dejarían granos que rechinasen entre los dientes...).


  
  Las mejores piedras de moler son cuarcíticas: areniscas o conglomerados cuyos granos están cementados por cuarzo cristalizado. Se desgastan muy despacio y sin soltar granos. En cambio, son difíciles de picar, y caras, especialmente si se traen desde lejos. Esta piedra (de La Fábrica, entre Oruña y Salcedo de Piélagos) no llegó a ser picada siquiera. Probablemente era una rueda de repuesto cuando el molino dejó de funcionar, hacia los años 80 del siglo pasado.


  Las caras enfrentadas de ambas ruedas (o sea, la superior de la solera y la inferior de la volandera) se picaban: se hacían surcos más o menos radiales, que facilitaban el recorrido del molido, y también la disipación del calor producido por la molienda. La disposición de los surcos podía ser como la que se muestra en esta piedra que puede verse junto al molino de La Vega, en Roiz; la que ya empleaban los romanos.
  Es posible que en alguno de los molinos más humildes las piedras no se picaran.


  Al parecer fue en el siglo XIX cuando  las piedras se empezaron a picar con surcos radiales curvos. El número de surcos variaba mucho: desde ocho hasta cuarenta o más. Las superficies entre los rayones se picaban finamente para mantener la superficie áspera. Y, naturalmente, cada vez que se picaban las piedras había que corregir las irregularidades debidas a un desgaste desigual, de modo que la distancia entre ambas piedras fuera la misma en todas sus zonas. Excepto alrededor del ojo de la volandera; ahí la separación entre ambas piedras tenía que ser algo mayor para que por la rendija fuese entrando el grano, se tronzase y, arrastrado por el movimiento de la rueda, se moliera en su camino hacia la periferia.


  Las piedras se picaban a golpes,con herramientas como estas u otras similares.


  En esta volandera se aprecian los surcos y las finas picaduras cerca de ellos, y algo más desgastadas en el resto.


  Esta piedra solera estaba ya necesitada de un buen picado. Han desaparecido los surcos, si es que los tuvo; y mirando con atención se ven unas estrías circulares formadas por el roce, que prácticamente ha pulido la superficie, disminuyendo la eficiencia del molido.


  Estas son las dos piedras que vimos en detalle en las dos fotografías anteriores. En el antiguo molino de Regolgo (Liérganes) las maderas en que se apoyaba una solera se han podrido y todo el conjunto se ha desplomado sobre el eje y el rodete, que posiblemente han amortiguado algo la caída impidiendo la rotura de las ruedas; a pesar de la delgadez de la volandera, que debía estar ya próxima al final de su vida útil.


  Era bastante habitual ver ruedas junto a los molinos, como en este de Bárcena de Pié de Concha. Alguna vez podía ser una rueda nueva para reponer, pero más habitualmente eran ruedas retiradas por estar rotas o próximas a romperse, que ya no valía la pena tomarse el trabajo de picarlas.


  O se les buscaba alguna utilidad; como en este antiguo molino de Oruña (que se conoce hoy como "Molino de la Cerámica").


  Con cierta frecuencia, las ruedas en desuso se reciclan como mesas de jardín; como esta, en una finca de Golbardo.


  O esta en Treceño. Obsérvese que la perforación en la periferia de la piedra (de la que hablaremos en la próxima entrada de este blog) está ya muy cercana a la superficie de molienda, y podría romperse y causar dificultades; el molinero prefirió ahorrárselas y jubilar la piedra (venderla, tal vez).


  Cuando las sierras mecánicas fueron capaces de cortar las rocas cuarcíticas se empezaron a utilizar las "piedras francesas", compuestas de varios trozos unidos por un cemento y reforzadas con un fleje de hierro; como esta de un antiguo molino de Abiada, en Campoo de Suso.


  O esta de Yera, en Vega de Pas.( Obsérvese el bello picado de la muela. Sospecho que estas ruedas ya no se picaban a golpes, sino que se rayaban con amoladora eléctrica provista de un disco diamantado, o de carborundo. Puede que algún lector de este blog nos pueda sacar de la duda...).


  O esta piedra volandera de Entrambasaguas (Campoo de Suso)...


  ...que, vista por el otro lado, se ve cómo está formada por trozos unidos con cemento y rodeados de un fleje de acero.


  Más habitualmente el aspecto de una rueda "francesa" era el que se ve en este viejo molino próximo a La Cueva (Róiz): solo se ve el fleje de acero y el cemento que recubre completamente los trozos de cuarcita.

  Esta entrada ya se está haciendo demasiado larga y queda mucho que hablar sobre la colocación de las ruedas y los mecanismos para moverlas; se quedará para la próxima entrada del blog. Y todo se verá más claro cuando, en otra posterior, hagamos precisiones sobre la nomenclatura de todo ello. (Eso espero, al menos...).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradecemos tu comentario a esta entrada, o al conjunto del blog