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lunes, 11 de marzo de 2024

Puntualizando, 6. ¡Bueno viene el Saja!

 ..."sobre la anegada tierra las aguas hervían y sonaban con rumor al parecer creciente. Oíaselas mugir, llenando el ancho valle con su voz única preñada de amenazas, ahogados los clamores de socorro en su pavoroso estruendo." 

  Estas palabras dedica Amós de Escalante a una crecida del Saja, en su novela "Ave Maris Stella".

  Y los molinos, ¿qué?
  Pues muchos se abastecían de arroyos, que, aunque también pueden tener crecidas temibles, nunca lo son tanto como las de los principales de nuestros ríos. Pero claro, a costa de quedarse sin agua a temporadas; a veces, durante meses.


  Otra posibilidad consiste en alejar el molino de la orilla del río, y llevar el agua hasta él por una larga calcera. Como, por ejemplo, la que partiendo del puente de Santa Lucía y pasando por Carrejo y Cabezón de la Sal desemboca en Ontoria, después de dar agua a varios molinos: el de chocolate, el de La Cabroja, el de Carrejo, y alguno más sin nombre conocido.

  O bien, el molino sufría con mayor o menor suerte los efectos de la riada. Pasada esta, se reconstruía sobre lo que quedaba; eso si el negocio era próspero, claro. Y cuando dejaba de serlo, ahí quedaban las ruinas, si es que las había, porque a veces no quedaba piedra sobre piedra. Ejemplos no faltan. Hay quién recuerda la riada que llegó hasta la cumbrera del tejado del molino viejo de Santa Isabel, en Quijas. O la que destruyó por completo el de Lloredo...


  Lloredo (el del municipio de Alfoz de Lloredo) tenía su molino a orillas del Saja. En la fotografía aérea de 1957 podemos verlo, dentro del círculo rojo. En el mismo lugar ya no queda rastro de él.

  "No hay humano acento poderoso a dominar aquel acento de querella y de amenaza: el choque de las gigantes piedras rodadas por el ensanchado lecho, el voltear y herir en rocas y edificios del náufrago maderaje, arrancado al descuajado plantío o a la derruida vivienda"...

  Don Amós de Escalante lo dijo.